miércoles, 27 de octubre de 2010

Soy periodista, no un dinosaurio


“¡Internet! ¡Redes sociales! ¡Twitter!” gritarán algunos con miedo justo antes de recomendar una migración profesional a todo al que vive de contar chismes con glamour… No necesariamente chismes, pero sí me refiero a quienes vaticinan un porvenir oscuro para el periodista.

Es que después de ver las bondades del Internet para con la comunicación, existen quienes afirman que los periódicos morirán e insinúan por medio de videos que cualquier persona (un insulto) podrá expresar contenido que solo los apasionados reporteros podemos narrar.




Ningún pronóstico va a asustarme, lo mismo me dijeron cuando salí con paraguas pero nunca llovió, y este periodista pretende ignorar toda nube gris en su futuro y hasta disfrutar cada gota que caiga, ya sea ácida, conocida como “Facebook” o cualquier otra red social que se atreva a amenazar mi oficio.

Los que confiesan el fin de los reporteros son los ateos de la religión del periodismo, hablan blasfemia porque temen y tiemblan ante videos menos creíbles que la bruja de la esquina con sus rotas cartas del Tarot.

Yo no tengo miedo, tendré apenas 20 años pero desde bebé aprendí a manipular con solo llorar para que me dieran de comer y, no lo tomen por el lado amarillista o sensacionalista, me refiero a tomar ventaja de lo que me rodea y a usarlo en contra de quienes me atacan.

Si un par de bebés pueden obtener millones de visitas más que otros videos de contenido serio en "YouTube", entonces los que tienen la fe en informarse únicamente por Internet están tan perdidos como una oveja rodeada por lobos.

Y es que el rebaño de la comunicación noticiosa en la red necesita y pide a gritos un pastor, alguien que muestre el camino y nos guíe a todos lejos de esta ignorancia y desinformación a la que algunos se están dejando llevar.

Internet puede estar opacando a otros medios pero nunca al periodismo o a quienes lo ejercemos, nunca un médico podrá encontrar tiempo entre sus manos ensangrentadas durante una operación y su familia para sacar un par de días y escribir un reportaje sobre derechos humanos irrespetados o realizar una investigación sobre políticos corruptos. ¿Estarán dispuestos a morir por una noticia como muchos colegas?

¡AL CESAR LO QUE ES DEL CESAR! (Sí, estoy gritando)

Mi nombre es Donovan Retana Piedra, tengo 20 años, soy periodista y no un maldito dinosaurio en peligro de extinción.

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